No soy la reina del autobombo, pero ya te habrás dado cuenta.
La verdad es que es algo que estoy re-significando porque, por primera vez, experimento medios y formas de promoción que saben distintas.
No me siento ridícula sino espontánea. No te vendo, te comparto. Básicamente, la auto-percepción sobre mis propuestas y mi misma se transformó. Así como mis canales. Ya no habito espacios incómodos más que para una transitoria presencia comercial, como quien se reúne en la oficina de un posible cliente y luego se marcha para seguir con su vida, con su verdadera realidad.
Así me siento cuando habito instagram para alguna promoción. Con
venimos explorando tanto en este sentido, que cada acción que concretamos en esta “red del mal” -como nos gusta llamarle- confirma profundamente cosas.Bueno, también tenemos micromomentos de diversión, no lo voy a negar. Y cada vez nos sentimos más cómodas con nuestros directos que, lejos de ser videos maquetados, son conversaciones sinceras, transparentes y verdaderas.
La verdad es que cada vez que nos sentamos a hablar -reel por medio- es porque nos inspiran las ganas de transmitir lo que tenemos para compartir y acompañar.
Nadie dijo que fuera fácil pero, contra todo pronóstico instagramer, hoy comenzamos nuestro segundo laboratorio (y estoy segura que no será el último).
Lo se por varias razones pero, sobretodo, por cómo nos sentimos antes, mientras y durante. El diseño y proceso creativo de cada experiencia que venimos proponiendo, es una dilicia.
95% disfrute, 5% obligación.
La parte de promoción es ese mínimo porcentaje desafortunado. Ojalá se realizara sola porque quita mucha energía, porque en ese tramo es cuando uno desconecta de la emoción y se pone en plan “marketinero frívolo” desesperada por planificar la estrategia (im)perfecta.
Aun así, venimos sobreviviendo. Con dolor pero con gloria.
Poco a poco vamos encontrando los huecos donde el mensaje fluye con más amorosidad y fluideza, con más organicidad.
Spoiler: no es instagram, ni tampoco otra red social.
Es el boca a boca.
Es la persona que nos conoce, que sabe desde dónde y hacia donde nos movemos. Lo que nos apasiona, el amor y cuidado que le ponemos a nuestras propuestas.
No lo vamos a negar, a nosotras nos motiva la investigación sensible. E incluso la exploración de “marketing consciente” tiene sentido en el marco de este proceso de laboratorio. Es parte de la experiencia.
Llamado a la comunidad.
Substack es un lugar seguro entre tanto ruido, por eso ambas lo elegimos para esparcir las propuestas.
Y llevo meses trabajando este tema y reflexionando, entendiendo que soy de esas personas que si me gusta algo y creo que te puede venir bien, te lo voy a ofrecer y recordar hasta el hartazgo.
Por primera vez me pasa eso con mis propuestas y soy capaz de compartirlas con confianza plena.
Será porque mi intención se va alineando con el criterio de valor (propio y de lo que ofrezco); porque estoy poniendo mi energía al 100%, porque hipoteco tiempo y corazón, porque apuesto y confío con pasión. También por primera vez en el vida, no estoy dedicando mi energía a nada en lo que no crea profundamente.
Por eso, hago este llamamiento para que nos apoyemos. Para que si también lo estás poniendo todo, me lo digas.
Se que somos muchos los que hacemos lo que hacemos desde lugares demasiado sentidos que entrar en dinámicas violentas no nos justifica el esfuerzo.
Tal vez si nos juntamos, conocemos, exploramos, podamos armar una red real, sin algoritmos, basada 100% en experiencias que evoquen sugerencias reales y recomendaciones.
Seguimos explorando, revisando, curando y resignificando.
Te abrazo,
Lucia Cruda